Los restos arqueológicos más antiguos del país se encontraron en Monte Verde, cerca de Puerto Montt, y datan del 14.800 a. C., convirtiéndolo en el primer asentamiento humano conocido en América. Algunos restos encontrados en la cueva Fell, un yacimiento arqueológico de Tierra del Fuego, el lugar habitado más austral de Chile, indican que la presencia humana se remonta al 7.000 a. C.
Los cambios climáticos del 6.000 a. C. alteraron drásticamente las costumbres de los paleoindígenas chilenos que debieron adaptarse a un nuevo entorno: se formó el desierto de Atacama, desaparecieron muchas especies y el océano Pacífico delimitó las costas actuales. Estos indígenas debieron adaptarse a un clima mucho más cálido del que estaban acostumbrados, por lo que muchos se trasladaron desde el norte hacia las costas y el valle central. Así, se formaron los principales grupos indígenas chilenos: atacameños y aimaras en el norte grande, diaguitas en el norte chico, los changos en la costa septentrional, la gran familia de los mapuches en el valle central hasta el seno de Reloncaví y los tehuelches, chonos, alacalufes, onas y yaganes en la Patagonia.
De algunos miles de paleoindios existentes en el séptimo milenio adC, la población aumentó hasta un millón doscientos mil indígenas en el siglo XVI de nuestra era. Durante el siglo XV la cultura de los pueblos indígenas sería influenciada por la expansión del Imperio incaico sobre el norte del actual territorio chileno. Ésta comenzó con el Inca Pachacútec, y fue culminada bajo la dirección de los incas Túpac Yupanqui y Huayna Cápac. Estos últimos avanzaron hacia el sur sometiendo a los pueblos aimaras, atacameños, diaguitas y picunches y establecieron finalmente la frontera meridional del Imperio al norte del río Maule después de la Batalla del Maule.
En tanto, en la isla de Pascua se desarrolló una cultura de
características polinésicas muy avanzada pese a su aislamiento. La
antiguo pueblo rapa nui desarrolló un sistema de escritura desaparecido
en la actualidad y construyó enormes esculturas conocidas como moáis.
Sin embargo, aproximadamente entre los siglos XVI y XVIII, se produjo
una crisis que provocaría una guerra civil, la cual arrasaría con la
mayoría de los vestigios de dicha civilización.
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